jueves, 31 de diciembre de 2009

Una vida -De colores-

Todo era demaciado azul, sin un inicio y siempre crei qe sin algun final. Hacia donde dirigia mi vista lo veia azul -Creo qe hasta tu eras azul- tenia manchas en todo el cuerpo, no sabia donde estaba, ni donde podria terminar, lo cierto esqe solo caminaba, me iba y huia de tantas cosas -De toda una vida de rojos, de amarillos y de grises- me gustaba huir de la mano de la nada, me hacia aferrarme a algo, a un alguien qe nunca estaba ahi, solo era "nada".
El azul me entraba por las venas, nunca supe como llego, pero sabia qe no se iria facilmente, estaba dentro de mi, en un blues, en un jazz, en una lagrima y hasta mis risas qe debian de ser amarillas empezaron a azularse -Tus ojos nunca llegaron a ser como el mar, eran mas bien vacios, sin un matiz propio-
Toda una vida intente entender qe es lo qe tenia para qe los colores se apropiaran de mi, algunos dijeron qe era un alma cristal, otros dijeron una sonrisa arcoiris, yo despues de unos años descubri qe era por una vacio en la mirada y en el corazon.
Toda mi vida siempre gira -y temo qe lo seguira haciendo- en torno a los colores, a los matices. Siempe se han pegado a mi alma y no me dejan salir, me atrapan, me hacen reir, llorar y caer, dicen qe los puedo dominar pero facilmente me dominan a mi, a veces los plasmo y escapo un tiempo de ellos, pero eso es mentira... siempre termino hundida en el gris, les hablo y me responden, nunca han sido buenos consejeros...
Y ahora este azul es una cancion de blues qe qizas termine en un año luz...
-Mientras tanto esperare ver tus ojos rojos pronto y escuchar tu voz azul el lunes (:-

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Jaime Sabines...


Vamos a guardar este día...

Vamos a guardar este día
entre las horas, para siempre,
el cuarto a oscuras,
Debussy y la lluvia,
tú a mi lado, descansando de amar.
Tu cabellera en que el humo de mi cigarrillo
flotaba densamente, imantado, como una mano
acariciando.
Tu espalda como una llanura en el silencio
y el declive inmóvil de tu costado
en que trataban de levantarse,
como de un sueño, mis besos.

La atmósfera pesada
de encierro, de amor, de fatiga,
con tu corazón de virgen odiándome y odiándote.
todo ese malestar del sexo ahíto,
esa convalecencia en que nos buscaban los ojos
a través de la sombra para reconciliarnos.
Tu gesto de mujer de piedra,
última máscara en que a pesar de ti te refugiabas,
domesticabas tu soledad.
Los dos, nuevos en el alma, preguntando por qué.
Y más tarde tu mano apretando la mía,
cayéndose tu cabeza blandamente en mi pecho,
y mis dedos diciéndole no sé qué cosas a tu cuello.
Vamos a guardar este día
entre las horas para siempre.